lunes, 16 de junio de 2008

A very very short story

A media cuadra de su casa, en un callejón medio escondido entre un supermercado de productos de calidad dudosa y una barbería derruida, habia una puerta. Verde, pequeña. No estaba escrita, pero decia cosas. No tenia pegotes de carteles, pero las vetas del acero dibujaban formas ininterpretables. La miraba. Siempre. Siempre se preguntaba a donde conducía. Siempre. Y aunque no la veia, en el trayecto de regreso a casa seguía viendola. Verde, rara, serena. Algo se agitaba detras.
Fue en un mal día. O tal vez en un dia de esos que de tan buenos abruman, dan miedo, quitan el aire. Fue en un día distinto, que de tan rutinario parecia ajeno, desencajado. Había algo en ese día. En el cielo. Detras de la puerta. Los coreanos del super balbuceaban monosilabos, o tal vez frases que de tan largas no se distinguían los limites de las palabras. El barbero fumaba en la puerta. Un viejito llevaba lentamente su barba para ser recortada. Era un día raro. La puerta decía mas cosas que nunca. Creyó, tal vez por el reflejo del sol, entender los signos de las vetas. Por un segundo. Un segundo certero, como nada en su vida. El sol del mediodía le escondía la sombra bajo los zapatos. No habia testigos. Nadie. Nada.
Y la abrió.

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